Bebés
cabezones, comer por dos, hacer o no deporte, eclipses y manchas… la
lista de creencias populares que obsesiona a las embarazadas es enorme.
Conoce las realidades sobre salud, belleza, fitness y despreocúpate.
Mito: La forma y altura del vientre indican el sexo del bebé.
Realidad: La forma y altura del
vientre están determinados por el tono muscular y uterino de la futura
madre y por la posición del bebé, no por su sexo, para conocerlo se
requiere de un ultrasonido.
Mito: Toda embarazada debe dejar de comer sal durante el embarazo.
Realidad: La sal es importante
durante el embarazo, sobretodo cuando es yodada. Sólo se restringe su
consumo en embarazadas con hipertensión arterial crónica.
Mito: Si levantas ambos brazos a la vez, puede provocar que al bebé se le enrede el cordón umbilical.
Realidad: La actividad física no
afecta el útero sonde se encuentra protegido el bebé, de hecho es
recomendable que hagas ejercicios de estiramiento moderado al menos tres
veces por semana para evitar calambres y relajar la espalda.
Mito: La natación está contraindicada para embarazadas.
Realidad: La natación es una de las
actividades más recomendadas porque te mantiene saludable y en peso,
tonifica tus músculos, relaja tu columna y articulaciones y las alivia
de peso excesivo, aumenta la capacidad cardiorrespiratoria y te permite
fortalecer los músculos clave del embarazo.
Mito: Empezar a practicar deporte durante el embarazo no es recomendable.
Realidad: Si llevas una vida
sedentaria, no es indicado que empieces a entrenarte cuando te
embaraces, salvo que consultes a un médico y que un especialista en
acondicionamiento físico diseñe una rutina especial para ti. Recuerda
que tu cuerpo no está acostumbrado a la actividad física, por eso
deberás empezar paulatinamente y con movimientos de bajo impacto.
Mito: El entrenamiento con pesas es nocivo para el bebé.
Realidad: Levantar peso te ayuda a
tonificar la musculatura del abdomen y tronco, y no es perjudicial. Los
especialistas recomiendan ejercicios que levanten peso por arriba de la
cabeza y en la zona lumbar. Evítalos si tienes problemas cardiacos,
lesiones en músculos o articulaciones, o hipertensión.
Haz rutinas corta y de baja intensidad y modifícalas a medida que avance tu embarazo.
Mito: Las embarazadas no deben manejar automóviles.
Realidad: No existe ninguna
indicación para dejar de hacerlo, ya que manejar no involucra un
esfuerzo físico intenso. Aunque en la última etapa del embarazo, el
cansancio, las molestias y el estrés pueden involucrar que incluso la
actividad física se vuelva difícil de hacer.
Mito: Ver un eclipse durante el embarazo, manchará la piel del bebé.
Realidad: Este tipo de fenómeno
natural no influye de ninguna manera en las características del bebé.
Las manchas de color vino son poco comunes y de acuerdo con
características específicas pueden disminuir con el paso del tiempo, o
crecer con el niño.
Mito: Un bebé sietemesino es más saludable que un ochomesino.
Realidad: Es totalmente falso. Cuanto
más cerca de la fecha de término se encuentre un bebé, mayor madurez
tendrán sus órganos y disminuirán las posibilidades de que existan
complicaciones.
Mito: Las relaciones sexuales durante el embarazo son peligrosas para el bebé.
Realidad: A excepción de que
existiera riesgo de parto prematuro, sangrados o alguna otra
complicación, la pareja puede seguir teniendo relaciones sexuales sin
preocupación, ya que el bebé se encuentra protegido y aislado del
contacto directo.
Mito: Comer carne en el embarazo hace a los niños cabezones.
Realidad: Comer carne (de cualquier
animal) es absolutamente necesario durante el embarazo para el buen
desarrollo físico y mental de tu bebé, ya que le suministras proteínas y
hierro (entre otros nutrientes) necesarios para el buen desarrollo de
todas las células de su organismo.
Mito: Los baños calientes de tina son benéficos y relajantes para la mamá.
Realidad: No es recomendable que
tomes baños demasiado calientes, de sauna o jacuzzi, sobre todo en el
primer trimestre, pues elevan tu temperatura corporal por encima de los
38º C y los tejidos embrionarios que se encuentran en rápida división
podrían verse afectados de manera adversa por las condiciones de
hipertermia.